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Soldado, Hermano, Hechicero
Morgan Rice
De Coronas y Gloria #5
Morgan Rice ha concebido lo que promete ser otra brillante serie, que nos sumerge en una fantasГa de valor, honor, coraje, magia y fe en el destino. Morgan ha conseguido de nuevo producir un fuerte conjunto de personajes que harГЎ que los aclamemos a cada pГЎgina… Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores a los que les gusta la fantasГa bien escrita. Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (sobre el Despertar de los dragones) Ceres, una hermosa chica pobre de 17 aГ±os de la ciudad del imperio de Delos, ha ganado la batalla por Delos y, aГєn asГ, todavГa le espera una victoria completa. Mientras la rebeliГіn la mira como su nueva lГder, Ceres debe encontrar un modo de derrocar la realeza del Imperio y defender Delos del ataque que le aguarda por parte de un ejГ©rcito mayor de lo que jamГЎs ha conocido. Debe intentar liberar a Thanos antes de su ejecuciГіn y ayudarlo a limpiar su nombre en relaciГіn con el asesinato de su padre. Thanos estГЎ decidido a salir en busca de Lucio por el mar, para vengar el asesinato de su padre, y matar a su hermano antes de que pueda regresar a las orillas de Delos con un ejГ©rcito. SerГЎ un viaje peligroso por tierras hostiles, uno que Г©l sabe que resultarГЎ en su propia muerte. Pero estГЎ dispuesto a sacrificarse por su paГs. Pero puede que todo no salga segГєn los planes. EstefanГa viaja a una tierra lejana para encontrar a un hechicero que pueda, de una vez por todas, detener los poderes de Ceres. EstГЎ decidida a llevar a cabo una traiciГіn que matarГЎ a Ceres y la proclamarГЎ a ella – y a su hijo que todavГa no ha nacido- como gobernadora del Imperio. Un libro de fantasГa lleno de acciГіn que seguro que satisfarГЎ a los admiradores de las anteriores novelas de Morgan Rice, junto con los admiradores de obras como El ciclo del legado de Christopher Paolini… Los admiradores de la FicciГіn para jГіvenes adultos devorarГЎn este Гєltimo trabajo de Rice y pedirГЎn mГЎs. The Wanderer, A Literary Journal (sobre El despertar de los dragones) ВЎPronto se publicarГЎ el libro#6 en DE CORONAS Y GLORIA!
SOLDADO, HERMANO, HECHICERO
(DE CORONAS Y GLORIA-LIBRO 5)
MORGAN RICE
Morgan Rice
Morgan Rice tiene el #1 en Г©xito de ventas como el autor mГЎs exitoso de USA Today con la serie de fantasГa Г©pica EL ANILLO DEL HECHICERO, compuesta de diecisiete libros; de la serie #1 en ventas EL DIARIO DEL VAMPIRO, compuesta de doce libros; de la serie #1 en ventas LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA, novela de suspense post-apocalГptica compuesta de tres libros; de la serie de fantasГa Г©pica REYES Y HECHICEROS, compuesta de seis libros; y de la nueva serie de fantasГa Г©pica DE CORONAS Y GLORIA. Los libros de Morgan estГЎn disponibles en audio y ediciones impresas y las traducciones estГЎn disponibles en mГЎs de 25 idiomas.
A Morgan le encanta escucharte, asГ que, por favor, visita www.morganrice.books (http://www.morganrice.books/) para unirte a la lista de correo, recibir un libro gratuito, recibir regalos, descargar la app gratuita, conocer las Гєltimas noticias, conectarte con Facebook o Twitter ВЎy seguirla de cerca!
Algunas opiniones sobre Morgan Rice
“Si pensaba que no quedaba una razГіn para vivir tras el final de la serie EL ANILLO DEL HECHICERO, se equivocaba. En EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES Morgan Rice consigue lo que promete ser otra magnГfica serie, que nos sumerge en una fantasГa de trols y dragones, de valentГa, honor, coraje, magia y fe en el destino. Morgan de nuevo ha conseguido producir un conjunto de personajes que nos gustarГЎn mГЎs a cada pГЎgina… Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores que disfrutan de una novela de fantasГa bien escrita”.
--Books and Movie Reviews
Roberto Mattos
“Una novela de fantasГa llena de acciГіn que seguro satisfarГЎ a los fans de las anteriores novelas de Morgan Rice, ademГЎs de a los fans de obras como EL CICLO DEL LEGADO de Christopher Paolini… Los fans de la FicciГіn para JГіvenes Adultos devorarГЎn la obra mГЎs reciente de Rice y pedirГЎn mГЎs”.
--The Wanderer, A Literary Journal (sobre El despertar de los dragones)
“Una animada fantasГa que entrelaza elementos de misterio e intriga en su trama. La senda de los hГ©roes trata sobre la forja del valor y la realizaciГіn de un propГіsito en la vida que lleva al crecimiento, a la madurez, a la excelencia… Para aquellos que buscan aventuras fantГЎsticas sustanciosas, los protagonistas, las estrategias y la acciГіn proporcionan un fuerte conjunto de encuentros que se centran en la evoluciГіn de Thor desde que era un niГ±o soГ±ador hasta convertirse en un joven adulto que se enfrenta a probabilidades de supervivencia imposibles… Solo el comienzo de lo que promete ser una serie Г©pica para jГіvenes adultos”.
--Midwest Book Review (D. Donovan, eBook Reviewer)
”EL ANILLO DEL HECHICERO tiene todos los ingredientes para ser un éxito inmediato: conspiraciones, tramas, misterio, caballeros valientes e incipientes relaciones repletas de corazones rotos, engaño y traición. Lo entretendrá durante horas y satisfará a personas de todas las edades. Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores del género fantástico”.
-Books and Movie Reviews, Roberto Mattos
“En este primer libro lleno de acciГіn de la serie de fantasГa Г©pica El anillo del hechicero (que actualmente cuenta con 14 libros), Rice presenta a los lectores al joven de 14 aГ±os Thorgrin “Thor” McLeod, cuyo sueГ±o es alistarse en la LegiГіn de los Plateados, los caballeros de Г©lite que sirven al rey… La escritura de Rice es de buena calidad y el argumento intrigante”.
--Publishers Weekly
Libros de Morgan Rice
EL CAMINO DE ACERO
SOLO LOS DIGNOS (Libro #1)
DE CORONAS Y GLORIA
ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #1)
CANALLA, PRISIONERA, PRINCESA (Libro#2)
ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro#3)
REBELDE, POBRE, REY (Libro#4)
SOLDADO, HERMANO, HECHICERO (Libro#5)
HÉROE, TRAIDORA, HIJA (Libro#6)
REYES Y HECHICEROS
EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Libro #1)
EL DESPERTAR DEL VALIENTE(Libro #2)
EL PESO DEL HONOR (Libro #3)
UNA FORJA DE VALOR (Libro #4)
UN REINO DE SOMBRAS (Libro#5)
LA NOCHE DE LOS VALIENTES (Libro#6)
EL ANILLO DEL HECHICERO
LA SENDA DE LOS HÉROES (Libro #1)
UNA MARCHA DE REYES (Libro #2)
UN DESTINO DE DRAGONES(Libro #3)
UN GRITO DE HONOR (Libro #4)
UN VOTO DE GLORIA (Libro #5)
UNA POSICIГ“N DE VALOR (Libro #6)
UN RITO DE ESPADAS (Libro #7)
UNA CONCESIГ“N DE ARMAS (Libro #8)
UN CIELO DE HECHIZOS (Libro #9)
UN MAR DE ARMADURAS (Libro #10)
UN REINO DE ACERO (Libro #11)
UNA TIERRA DE FUEGO (Libro #12)
UN MANDATO DE REINAS (Libro #13)
UNA PROMESA DE HERMANOS (Libro #14)
UN SUEГ‘O DE MORTALES (Libro #15)
UNA JUSTA DE CABALLEROS (Libro #16)
EL DON DE LA BATALLA (Libro #17)
LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA
ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (Libro #1)
ARENA DOS (Libro #2)
ARENA TRES (Libro #3)
VAMPIRA, CAГЌDA
ANTES DEL AMANECER (Libro #1)
EL DIARIO DEL VAMPIRO
TRANSFORMACIГ“N (Libro #1)
AMORES (Libro #2)
TRAICIONADA(Libro #3)
DESTINADA (Libro #4)
DESEADA (Libro #5)
COMPROMETIDA (Libro #6)
JURADA (Libro #7)
ENCONTRADA (Libro #8)
RESUCITADA (Libro #9)
ANSIADA (Libro #10)
CONDENADA (Libro #11)
OBSESIONADA (Libro #12)
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Derechos Reservados В© 2016 por Morgan Rice. Todos los derechos reservados. A excepciГіn de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de EE.UU. de 1976, ninguna parte de esta publicaciГіn puede ser reproducida, distribuida o transmitida en forma o medio alguno ni almacenada en una base de datos o sistema de recuperaciГіn de informaciГіn, sin la autorizaciГіn previa de la autora. Este libro electrГіnico estГЎ disponible solamente para su disfrute personal. Este libro electrГіnico no puede ser revendido ni regalado a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, tiene que adquirir un ejemplar adicional para cada uno. Si estГЎ leyendo este libro y no lo ha comprado, o no lo comprГі solamente para su uso, por favor devuГ©lvalo y adquiera su propio ejemplar. Gracias por respetar el arduo trabajo de esta escritora. Esta es una obra de ficciГіn. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son producto de la imaginaciГіn de la autora o se utilizan de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es totalmente una coincidencia. Imagen de la cubierta Derechos reservados Ralf Juergen Kraft, utilizada bajo licencia de istock.com.
ГЌNDICE
CAPГЌTULO UNO (#uf1aa4cb3-fbb2-5029-a001-e7162bde4bb8)
CAPГЌTULO DOS (#u32272d4a-b97e-50ac-823e-1084936d8692)
CAPГЌTULO TRES (#u926f46b7-e651-5316-8aa0-bb82804d8cfc)
CAPГЌTULO CUATRO (#ubcff3b21-9bce-5980-820c-e19ece165e14)
CAPГЌTULO CINCO (#uc085e6f9-6998-532b-99f7-00092238e6f2)
CAPГЌTULO SEIS (#uf9d41280-d363-5978-9a09-fd16744db57c)
CAPГЌTULO SIETE (#u9a970656-8a9b-53ca-88c8-db9b365df06f)
CAPГЌTULO OCHO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO NUEVE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIEZ (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO ONCE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DOCE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TRECE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO CATORCE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO QUINCE (#litres_trial_promo)
CAPÍTULO DIECISÉIS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIECISIETE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTIDГ“S (#litres_trial_promo)
CAPÍTULO VEINTITRÉS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo)
CAPÍTULO VEINTISÉIS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO UNO
Thanos se sorprendiГі de haber despertado. Por lo que habГa dicho la reina antes de que los soldados le golpearan hasta dejarlo inconsciente, esperaba que le hubieran cortado el cuello y hubieran acabado con todo.
No sabГa si era bueno o no que hubieran cambiado de opiniГіn.
DebГa haber recuperado la conciencia, pues estaba mirando la sangre con la que se habГa cubierto el suelo de los aposentos de su padre. PodГa recordar la sensaciГіn de sujetar a su padre en brazos, el que una vez fue un gran hombre parecГa tan frГЎgil como un niГ±o. En sus sueГ±os, sus manos estaban cubiertas de sangre.
Al despertarse parpadeГі, y la luz del sol le hizo ver que aquello ya no era un sueГ±o. Pero la sangre todavГa estaba allГ. Sus manos todavГa estaban manchadas de rojo, y ahora Thanos no sabГa quГ© cantidad era suya. Notaba la rigidez del hierro contra su cuerpo, pero no parecГa que fueran cadenas.
Pero no podГa concentrarse en aquello, y Thanos empezГі a preguntarse lo brutalmente que le habГan golpeado que no podГa ni tener recuerdos claros. Estos lo volvieron a desmoralizar, lo llevaron a los momentos en que estaba viendo morir a su padre, sin poder hacer nada para poder parar aquello.
“Tienes que demostrar la verdad. Toda la verdad”.
Su padre habГa necesitado mucha fuerza para decir aquellas palabras. En aquel momento, para Г©l fue muy importante que Thanos pudiera demostrar que era el hijo del rey. QuizГЎs habГa visto una manera de enmendar el daГ±o que habГa hecho en su vida. QuizГЎs simplemente habГa visto el daГ±o que Lucio podГa infligir si se le daba poder de verdad.
Thanos gimiГі al pensar en todo aquello, la luz del sol se colaba corriendo entre sus sueГ±os, mientras el dolor los hacГa retroceder de una manera mГЎs fГsica. AГєn asГ, la voz de su padre se resistГa a irse.
“Felldust. Encontrarás las respuestas que necesitas en Felldust. Allà es donde ella fue después de que yo…”
Incluso en sus sueГ±os, no habГa conclusiГіn a aquellas palabras excepto la mirada ausente en los ojos de su padre. Solo habГa el nombre de un lugar, una pista de un viaje que se lo podrГa explicar todo.
Si vivГa lo suficiente para hacerlo.
RecuperГі la conciencia, y con ella todo el peso del dolor. Thanos sentГa como si cada parte de Г©l estuviera magullada hasta el hueso. Apenas podГa levantar la cabeza, pues sentГa que se le podГa caer a trozos por el esfuerzo. Por la experiencia sabГa cГіmo dolГan las costillas rotas, y muchos mГЎs sitios le dolГan casi igual.
Los guardias que lo habГan golpeado no se habГan contenido por quien era. Si acaso, parecГa que lo habГan golpeado mГЎs fuerte justo por eso, o bien escocidos por la magnitud de su supuesta traiciГіn, o queriendo demostrar que no estaban del lado de su prГncipe rebelde.
Thanos consiguiГі incorporarse y mirar a su alrededor. El mundo que estaba cerca de Г©l parecГa cambiar. Por un instante, pensГі que era un engaГ±o causado por el dolor, el vГ©rtigo causado por los golpes en su cabeza. Entonces se dio cuenta de que se estaba moviendo de verdad, las barras de hierro verticales le proporcionaban un punto de referencia constante mientras su movimiento hacГa que el resto del mundo se balanceara.
“Una horca”, murmurГі Thanos, las palabras parecГan sofocantes en su garganta. “Me han colgado en una horca”.
Al volver a mirarlo lo confirmГі. Estaba dentro de una jaula que tenГa la forma de las que una refinada mujer noble podrГa usar para meter en ella un pГЎjaro, pero esta era lo suficientemente grande para un hombre. A durar penas. Las piernas de Thanos colgaban entre las barras, aunque todavГa por encima del suelo, gracias a la cadena corta que sujetaba la jaula a un palo.
MГЎs adelante habГa un pequeГ±o patio cerrado. El tipo de lugar que los nobles podrГan haber usado para sus deportes, o donde los sirvientes se podrГan reunir para las tareas que podrГan resultar desagradables. Los desagГјes en los adoquines mostraban por dГіnde la sangre o cosas peores podГan desaparecer.
En un rincГіn, los guardias estaban levantando un patГbulo, sin ni siquiera molestarse en mirar a Thanos. Tampoco estaban montando un simple bloque de decapitaciГіn.
Thanos se agarrГі con fuerza a las barras con una furia repentina. No lo iban a enjaular como a una bestia a la espera de ser sacrificada. No se iba a quedar allГ mientras unos hombres se preparaban para ejecutarlo por algo que Г©l no habГa hecho.
SacudiГі las barras para probarlas, pero eran fuertes. HabГa una puerta con una cerradura fijada con una cadena, en la que cada eslabГіn era tan grueso como el pulgar de Thanos. La probГі, en busca de algГєn punto dГ©bil, algГєn modo de escapar de los lГmites de la horca que lo tenГa atrapado.
“¡Eh! ВЎLas manos fuera de allГ!” exclamГі uno de los guardias, y le golpeГі con un palo que crujiГі contra los nudillos de Thanos, provocГЎndole un grito ahogado de dolor mientras intentaba contener la necesidad de chillar.
“Sé todo lo duro que quieras”, dijo el guardia mirando a Thanos con evidente odio. “Cuando vayamos a por ti, chillarás”.
“TodavГa soy un noble”, dijo Thanos. “Tengo derecho a un juicio ante los nobles del Imperio, y a elegir cГіmo ser ejecutado si se diera el caso”.
Esta vez, el palo golpeГі las barras, a tan solo un palmo de su cara.
“Los asesinos de reyes reciben lo que se decide para ellos”, respondió bruscamente el guardia. “¡No habrá un golpe rápido de hacha para ti, traidor!”
Thanos notaba la rabia que habГa allГ. Rabia de verdad y lo que parecГa ser una sensaciГіn de traiciГіn personal. Thanos lo entendГa. QuizГЎs aquello incluso significaba que este hombre en un principio era un buen hombre.
“Pensabas que las cosas podГan cambiar, Вїverdad?” supuso Thanos. Aquel era un gran peligro que corrГa, pero debГa hacerlo, si tenГa que encontrar el modo de demostrar su inocencia.
“Pensaba que tГє podГas ayudar a mejorar las cosas”, confesГі el hombre. “¡Pero resultГі que estabas trabajando con la rebeliГіn para matar al rey!”
“Yo no lo maté”, dijo Thanos. “Pero sé quién lo hizo. Ayúdame a salir de aquà y…”
Aquel golpe de palo le dio fuerte en sus costillas heridas y, cuando el guardia lo retirГі para golpear de nuevo, Thanos intentГі encontrar un modo de protegerse. Pero no podГa ir a ningГєn lugar.
AГєn asГ, el golpe no llegГі. Thanos vio que el guardia se detuvo en el Гєltimo momento, bajaba el palo y hacГa una gran reverencia. Thanos intentГі girarse para ver lo que estaba sucediendo y aquello hizo que su horca empezara a girar.
Cuando terminГі, la Reina Athena ya estaba delante de Г©l, vestida de riguroso luto, que daba la sensaciГіn de que era ella el verdugo. Los guardias se amontonaron a su alrededor, como si tuvieran miedo de que Thanos pudiera encontrar el modo de matarla de la misma manera que ellos pensaban que habГa matado al rey, a pesar de las barras de la jaula.
“¿Por quГ© estГЎ aquГ colgado?” exigiГі la Reina Athena. “Pensaba que os habГa dicho simplemente que lo ejecutarais”.
“Con el debido respeto, su majestad”, dijo uno de los guardias, “pero no estaba despierto y lleva un tiempo preparar la ejecución que merece un traidor como este”.
“¿Qué tenéis pensado?” preguntó la reina.
“Íbamos a colgarlo solo a medias, sacarle las entraГ±as y ponerlo en la rueda para acabar con Г©l. No podГamos darle una muerte rГЎpida despuГ©s de todo lo que ha hecho”.
Thanos vio que la reina lo pensГі por un instante y despuГ©s asintiГі. “Puede que tengГЎis razГіn. ВїHa confesado ya sus crГmenes?”
“No, su majestad. Incluso asegura que no lo hizo”.
Thanos vio que la reina negaba con la cabeza. “Eso es ridГculo. Lo encontraron encima del cuerpo de mi marido. Deseo hablar con Г©l, a solas”.
“Su majestad, está completamente…”
“A solas, he dicho”. La mirada fulminante de la Reina Athena fue suficiente para que incluso Thanos sintiera un instante de pena por el hombre. “EstГЎ suficientemente seguro dentro de esta jaula. Apresuraos con el trabajo en el patГbulo. ВЎQuiero al hombre que matГі a mi marido muerto!”
Thanos observГі que los guardias se retiraban, bien lejos de Г©l y de la reina. Sin duda, lejos a una distancia en la que pudieran escuchar. Thanos no tenГa ninguna duda de que era intencionado.
“Yo no matГ© al rey”, insistiГі Thanos, aunque imaginaba que aquello no cambiarГa para nada su situaciГіn. Sin pruebas, ВїcГіmo iba alguien a creerle, mucho menos la reina, a la que nunca le habГa gustado?
Por un instante, el gesto de la reina se quedГі fijo. Thanos vio que miraba a su alrededor, casi furtivamente, como preocupada por la posibilidad de que la escucharan. En aquel instante, Thanos lo comprendiГі.
“Ya lo sabe, ¿verdad?” dijo Thanos. “Sabe que yo no lo hice”.
“¿CГіmo iba yo a saber una cosa asГ?” preguntГі la Reina Athena, pero su voz tenГa un tono nervioso. “Te atrapamos con la sangre de mi querido esposo en tus manos, encima de su cuerpo”.
“Querido”, repitiГі Thanos. “Solo se casГі con el rey por un pacto polГtico”.
Thanos vio que la reina apretaba las manos contra el corazón. “¿Y no puede ser que acabáramos amándonos?”
Thanos negó con la cabeza. “Usted nunca amó a mi padre. Solo amó el poder que le otorgaba ser la esposa de un rey”.
“¿Tu padre?” dijo la Reina Athena. “Parece ser que sabes mГЎs de lo que deberГas, Thanos. A Claudio le dio muchos problemas esconderlo. Probablemente ya estГЎ bien que vayas a morir por esto”.
“Por algo que hizo Lucio”, replicó Thanos.
“SГ, por algo que hizo Lucio”, respondiГі la Reina Athena, con la ira dibujada en su rostro. “¿Piensas que puedes decirme algo de mi hijo que me sorprenda? ВїIncluso esto? ВЎEs mi hijo!”
Thanos notГі la actitud protectora, dura y sГіlida como el hierro. En aquel instante, se puso a pensar en el hijo que nunca tendrГa con EstefanГa, y lo protector que hubiera sido con su hijo o hija. QuerГa pensar que hubiera hecho todo lo posible por su hijo, pero mirando a la Reina Athena sabГa que aquello no era cierto. HabГa ciertos lГmites que incluso un padre no podГa pasar.
“¿Y qué pasa con todos los demás?” replicó Thanos. “¿Qué harán cuando lo descubran?”
“¿Y cómo van a saberlo?” preguntó la Reina Athena. “¿Vas a gritárselo tú ahora? Adelante. Que todo el mundo oiga al traidor que está dentro de la jaula asegurando que, a pesar de que lo encontraron encima de su padre asesinado, fue su hermano quien llevó a cabo el acto. ¿Crees que alguien te creerá?”
Thanos ya conocГa la respuesta a aquello. El simple hecho de donde estaba se lo decГa. Para cualquiera que tuviera poder en el Imperio, Г©l ya era un traidor, y habГa entrado a hurtadillas en el castillo. No, si intentaba decirles la verdad, nunca la creerГan.
Entonces supo que, a no ser que escapara, morirГa aquГ. MorirГa, y Lucio se convertirГa en rey. Lo que sucederГa despuГ©s de esto serГa una pesadilla. DebГa encontrar el modo de detener aquello.
Seguramente la Reina Athena podrГa ver lo mal que irГan las cosas. Solo tenГa que hacГ©rselo entender.
“¿Qué cree que sucederá cuando Lucio sea rey?” preguntó Thanos. “¿Qué piensa que hará?”
Vio que Athena sonreГa. “Creo que harГЎ lo que sugiera su madre. Lucio nunca ha tenido mucho tiempo para… los detalles aburridos de su papel. De hecho, probablemente deberГa agradecГ©rtelo, Thanos. Claudio era demasiado terco. Nunca me escuchГі cuando deberГa haberlo hecho. Lucio serГЎ mГЎs dГіcil”.
“Si piensa esto”, dijo Thanos, “está tan loca como él. Ha visto lo que Lucio le hizo a su padre. ¿Cree que ser su madre la mantendrá a salvo?”
“El poder es la Гєnica seguridad que existe”, respondiГі la Reina Athena. “Y tГє no estarГЎs allГ para verlo, pase lo que pase. Cuando el patГbulo estГ© acabado, morirГЎs, Thanos. AdiГіs”.
Se dio la vuelta para irse y, mientras lo hacГa, en lo Гєnico que podГa pensar Thanos era en Lucio. En que fuera coronado. En cГіmo se habГa comportado Lucio en la aldea que Thanos salvГі. En cГіmo debГa haber estadoLucio cuando matГі a su padre.
Me liberarГ©, se prometiГі Thanos a sГ mismo. EscaparГ© y matarГ© a Lucio.
CAPГЌTULO DOS
Ceres saliГі del Stade a hombros de la multitud, a la luz del sol, y su corazГіn rebosaba. ObservГі las consecuencias de la batalla y, al hacerlo, un oleaje de emociones luchaba en su interior por captar su atenciГіn.
Evidentemente, estaba la alegrГa por la victoria. Escuchaba a la multitud gritando su victoria mientras salГan a raudales del Stade, los rebeldes de Haylon junto a los combatientes, lo que quedaba de las fuerzas de Lord West, y la gente de la ciudad.
HabГa alivio porque su intento desesperado por salvar a los combatientes de la Гєltima Matanza de Lucio habГa sido un Г©xito, y porque finalmente habГa acabado.
TambiГ©n habГa alivios mГЎs grandes. Ceres examinГі la multitud hasta encontrar a su hermano y a su padre, juntos cogidos del brazo con un grupo de rebeldes. QuerГa ir corriendo hacia ellos y asegurarse de que estaban bien, pero la multitud estaba decidida a llevarla hasta el centro del pueblo. TenГa que consolarse con el hecho que parecГan estar ilesos, caminando juntos y gritando de alegrГa junto a los demГЎs. Era increГble que aГєn pudieran gritar. Muchas de estas personas habГan querido morir para detener la tiranГa demoledora del Imperio. Muchos lo habГan hecho.
Aquello trajo una Гєltima emociГіn: tristeza. Tristeza porque todo todo aquello habГa sido necesario, y porque tantos tuvieron que morir en ambos bandos. VeГa los cuerpos en las calles allГ donde habГa habido choques entre los rebeldes y los soldados. La mayorГa llevaban el rojo del Imperio, pero eso no hacГa que fuera mejor. Muchos eran gente normal, reclutados contra su voluntad, o hombres que se unieron porque aquello era mejor que una vida de pobreza y sumisiГіn. Y ahora yacГan muertos, mirando hacia el cielo con unos ojos que nunca mГЎs volverГan a ver nada.
Ceres notaba el calor de la sangre sobre su piel, secГЎndose ya con la temperatura del sol. ВїA cuГЎntos hombres habГa matado hoy? En algГєn lugar de la batalla interminable, habГa perdido la cuenta. Solo estaba la necesidad de continuar, de seguir luchando, porque detenerse significaba morir. Estaba atrapada en la corriente fluida de la batalla, llevada por su energГa, con su propia energГa latiendo en su interior.
“A todos ellos”, dijo Ceres.
Los habГa matado a todos ellos, aunque no lo hubiera hecho con sus propias manos. Ella habГa sido la que convenciГі a la gente de las gradas para que no aceptaran la idea de paz del Imperio. Ella habГa sido la que convenciГі a los hombres de Lord West para que asaltaran la ciudad. EchГі una mirada a los muertos, decidida a recordarlos a ellos y lo que su victoria habГa costado.
Incluso la ciudad mostraba cicatrices de violencia: puertas rotas, los restos de las barricadas. Pero tambiГ©n se iban desplegando seГ±ales de alegrГa: la gente que salГa a las calles, uniГ©ndose a la multitud que fluГa por ellas en un mar de humanidad.
Era difГcil escuchar algo por encima de los gritos de la humanidad pero, en la distancia, a Ceres le parecГa escuchar que los ruidos del combate continuaban. Una parte de ella deseaba dirigirse hacia allГ y encargarse de ello, pero una parte mГЎs grande querГa poner fin a aquello antes de que se descontrolara. La verdad era que en aquel instante estaba demasiado agotada para aquello. Le daba la sensaciГіn de que habГa estado luchando siempre. Si la multitud no la hubiera llevado, Ceres sospechaba que podrГa haberse desplomado.
Cuando por fin la bajaron en la plaza principal, Ceres se puso a buscar a su hermano y a su padre. Se abriГі camino hacia ellos con esfuerzo, y pudo llegar a ellos porque la gente se apartaba con respeto para dejarla pasar.
Ceres los abrazГі a los dos.
No dijeron nada. Su silencio, el sentimiento que habГa en su abrazo, lo decГa todo. Todos habГan sobrevivido, de algГєn modo, como una familia. Y la ausencia de sus hermanos muertos se sentГa profundamente.
Ceres deseaba poderse quedar asГ para siempre. Permanecer a salvo con su hermano y su padre, y dejar que toda esta revoluciГіn siguiera su curso. Pero mientras estaba allГ junto a dos de las personas que mГЎs le importaban del mundo, se dio cuenta de algo mГЎs.
La gente la estaba mirando.
Ceres imaginaba que no era tan raro despuГ©s de todo lo que habГa sucedido. Era la que habГa estado en el centro de la lucha y, ahora mismo, entre la sangre, el barro y el agotamiento probablemente tenГa el aspecto de un monstruo salido de alguna leyenda. Sin embargo, no parecГa que era aquello lo que la gente miraba fijamente.
No, estaban mirando como si esperaran que les dijeran quГ© debГan hacer a continuaciГіn.
Ceres vio unas figuras que se abrГan camino entre la multitud. ReconociГі a uno como Akila, el hombre nervudo y musculoso que habГa estado a la cabeza de la Гєltima ola de rebeldes. Otros llevaban los colores de los hombres de Lord West. Por lo menos habГa un combatiente allГ, un hombre grande que llevaba un par de piquetas, que parecГa estar ignorando varias heridas.
“Ceres”, dijo Akila, “los soldados imperiales que faltan, o bien se han retirado al castillo o bien han empezado a buscar maneras de salir de la ciudad. Mis hombres han seguido a los que podГan, pero no conocen esta ciudad lo suficiente, y… bien, existe el peligro de que la gente lo malinterprete”.
Ceres lo comprendГa. Si los hombres de Akila fueran a la caza de los soldados que huГan por Delos, existГa el peligro que los vieran como invasores. Aunque no lo fueran, podГan tenderles una emboscada, dividirlos y derribarlos.
AГєn asГ se hacГa extraГ±o que tanta gente fuera hasta ella en busca de respuestas. MirГі a su alrededor, en busca de ayuda, pues debГa haber alguien por allГ mejor calificado para hacerse cargo de lo que ella estaba. Ceres no querГa asumir que debГa hacerse cargo solo porque su linaje le proporcionaba un vГnculo con el pasado de los Antiguos de Delos.
“¿Ahora quiГ©n estГЎ al cargo de la rebeliГіn?” exclamГі Ceres. “¿SobreviviГі alguno de los lГderes?”
A su alrededor, veГa que la gente extendГa las manos y negaba con la cabeza. No lo sabГan. Evidentemente no lo sabГan. No habГan visto mГЎs de lo que Ceres habГa visto. Ceres conocГa la parte que importaba: Anka habГa desaparecido, asesinada por los verdugos de Lucio. Probablemente, la mayorГa de los otros lГderes tambiГ©n estaban muertos. O eso, o estaban escondidos.
“¿Qué sabéis del primo de Lord West, Nyel?” preguntó Ceres.
“Lord Nyel no nos acompañó durante el ataque”, dijo uno de los antiguos hombres de Lord West.
“No”, dijo Ceres, “imagino que no lo harГa”.
QuizГЎs era bueno que no estuviera allГ. Los rebeldes y la gente de Delos hubieran sido cautos con un noble como Lord West, dado todo lo que representaba, y Г©l habГa sido un hombre valiente y honesto. Su primo no habГa sido ni la mitad de hombre que Г©l.
No les preguntГі a los combatientes si tenГan un lГder. No eran este tipo de hombre. Ceres los habГa llegado a conocer a cada uno de ellos en las arenas de entrenamiento para el Stade, y sabГa que si bien cada uno de ellos valГa una docena mГЎs de hombres normales, no eran capaces de dirigir algo asГ.
Se quedГі mirando a Akila. Era evidente que era un lГder, y sus hombres claramente seguГan su ejemplo. Sin embargo, parecГa que estuviera buscando que ella diera las Гіrdenes aquГ.
Ceres sintiГі la mano de su padre sobre el hombro.
“Te preguntas por quГ© deberГan escucharte”, supuso, y se acercГі mucho a la cuestiГіn.
“No deberГan seguirme solo porque resulta que tengo la sangre de los Antiguos”, respondiГі Ceres en voz baja. “¿QuiГ©n soy yo, realmente? ВїCГіmo puedo esperar dirigirlos?”
Vio que su padre sonreГa ante aquello.
“No quieren seguirte solo por quiГ©nes son tus ancestros. A Lucio no lo seguirГan si ese fuera el caso”.
Su padre escupiГі al suelo como para enfatizar lo que pensaba sobre eso.
Sartes asintiГі.
“Nuestro Padre tiene razón, Ceres”, dijo. “Te siguen por todo lo que has hecho. Por quien tú eres”.
PensГі en ello.
“Debes reunirlos”, añadió su padre. “Tienes que hacerlo ahora”.
Ceres sabГa que tenГan razГіn, pero aГєn asГ era difГcil ponerse en medio de tanta gente sabiendo que estaban esperando a que ella tomara una decisiГіn. Pero, ВїquГ© sucedГa si no lo hacГa? ВїQuГ© sucedГa si obligaba a uno de los demГЎs a ponerse al mando?
Ceres podГa adivinar la respuesta. Notaba la energГa de la multitud, por ahora reprimida, pero allГ al fin y al cabo, como rescoldos ardientes a punto de estallar en un fuego incontrolable. Sin una direcciГіn, aquello significarГa saquear la ciudad, mГЎs muerte, mГЎs destrucciГіn, y quizГЎs incluso la derrota si las facciones que allГ habГa estaban en desacuerdo.
No, no podГa permitir eso, incluso aunque todavГa no estuviera segura de que lo pudiera hacer.
“¡Hermanos y hermanas!” exclamó y, ante su sorpresa, la multitud que la rodeaba se quedó en silencio.
Ahora la atenciГіn hacia ella parecГa total, incluso comparada con lo que habГa sucedido antes.
“¡Hemos ganado una gran victoria, todos nosotros!” ВЎTodos vosotros! ВЎOs enfrentasteis al Imperio, y arrancasteis la victoria de las mandГbulas de la muerte!”
La multitud aclamГі, y Ceres mirГі a su alrededor, permitiГ©ndose un momento para asimilarlo.
“Pero no es suficiente”, continuГі. “SГ, ahora podrГamos irnos a casa y hubiГ©ramos conseguido mucho. Incluso podrГamos estar a salvo durante un tiempo. Pero, al final, el Imperio y sus gobernantes vendrГan a por nosotros, o a por nuestros hijos. VolverГamos a lo que habГa, o a algo peor. ВЎDebemos acabar con esto, de una vez por todas!”
“¿Y cómo vamos a hacerlo?” exclamó una voz entre la multitud.
“Tomamos el castillo”, respondió Ceres. “Tomamos Delos. Y nos la hacemos nuestra. Capturamos a la realeza y paramos su crueldad. Akila, ¿vosotros vinisteis aquà por mar?”
“AsГ es”, dijo el lГder rebelde.
“Entonces, tú y tus hombres id hacia el puerto y aseguraos de que lo tenemos controlado. No quiero que los imperiales se escapen para ir a buscar un ejército para atacarnos, o que una flota se cuele y se nos eche encima”.
Vio que Akila decГa que sГ con la cabeza.
“Asà lo haremos”, le aseguró.
La segunda parte era mГЎs difГcil.
“Todos los demás, venid conmigo al castillo”.
SeГ±alГі hacia donde estaba la fortificaciГіn, por encima de la ciudad.
“Durante demasiado tiempo, ha sido un sГmbolo del poder que tienen sobre vosotros. Hoy, lo tomaremos”.
Dio un vistazo a la multitud, intentando calibrar su reacciГіn.
“Si no tenГ©is arma, conseguid una. Si estГЎis demasiado heridos, o no querГ©is hacer esto, no es ninguna deshonra quedarse, ВЎpero si venГs, podrГ©is decir que estuvisteis allГ el dГa en que Delos consiguiГі su libertad!”
Hizo una pausa.
“¡Pueblo de Delos!” gritó, con voz retumbante. “¿¡Estáis conmigo!?”
El rugido que dio la multitud por respuesta fue suficiente para dejarla sorda.
CAPГЌTULO TRES
EstefanГa se agarraba al barandal de su barca, sus nudillos estaban tan blancos como la espuma del mar. No estaba disfrutando del viaje por el mar. Solo pensar en la venganza a la que esto la podГa llevar lo hacГa agradable.
Ella era uno de los altos nobles del Imperio. Cuando habГa emprendido largos viajes antes, lo habГa hecho en camarotes de lujo individuales de grandes galeras, o en carruajes con almohadas en medio de convoys bien protegidos, no compartiendo el espacio en una barca que parecГa demasiado diminuta en comparaciГіn con la vasta amplitud del ocГ©ano.
Sin embargo, no era solo su comodidad lo que lo hacГa difГcil. EstefanГa se enorgullecГa de ser mГЎs fuerte de lo que la gente pensaba. No se iba a quejar solo porque aquella barca con agujeros se movГa con cada ola, o por lo que parecГa ser una dieta sin fin a base de pescado y carne salada. No iba a quejarse ni de su hedor. En circunstancias normales, EstefanГa hubiera cubierto su rostro con su mejor sonrisa fingida y hubiera seguido con ello.
Su embarazo lo hacГa mГЎs difГcil. EstefanГa imaginaba que ahora podГa sentir a su hijo creciendo en su interior. El hijo de Thanos. Su arma perfecta contra Г©l. Suyo. Era algo que apenas parecГa real cuando lo oyГі por primera vez. Ahora que el embarazo agravaba cualquier indicio de enfermedad y que hacГa que la comida supiera peor de lo habitual, todo parecГa demasiado real.
EstefanГa observaba cГіmo Felene trabajaba en la parte delantera de la barca, junto a su doncella, Elethe. HabГa un contraste muy grande entre las dos. La marinera, ladrona y todo lo demГЎs con sus bastos calzones y su sayo, con el pelo trenzado a la espalda. La doncella con sus sedas cubierta por una capa, con el pelo mГЎs corto, enmarcando con suavidad unos rasgos oscuros, proporcionГЎndoles una elegancia a la que la otra mujer no podГa aspirar.
Felene parecГa estar pasГЎndolo en grande mientras cantaba una saloma de tal ingeniosa vulgaridad, que EstefanГa estaba segura de que lo hacГa intencionadamente para provocarla. O esto, o esta era la idea que Felene tenГa del cortejo. HabГa visto algunas de las miradas que le echaba a su doncella.
Y a ella, pero al menos eran mejores que las miradas de sospecha. Al principio eran muy escasas, pero cada vez eran mГЎs frecuentes, y EstefanГa podГa imaginar por quГ©. El mensaje que habГa mandado para atraer a Thanos decГa que se habГa tomado la pociГіn de Lucio. En aquel momento, parecГa la mejor manera de hacerle daГ±o, pero ahora, significaba que debГa esconder las seГ±ales de un embarazo que parecГa decidido ahora a darse a conocer. Incluso aunque no tenГa las cercanas molestias constantes a tener en cuenta, EstefanГa estaba segura de poder notar que se estaba hinchando como una ballena, que sus vestidos le apretaban mГЎs con cada dГa que pasaba.
No podГa esconderlo para siempre, lo que significaba que probablemente tendrГa que matar a la marinera preferida de Thanos en algГєn momento. QuizГЎs podrГa hacerlo ahora, ir hacia donde estaba aquella mujer y tirarla por la borda de la barca. O podrГa ofrecerle una bota. Incluso con la prisa con la que tuvo que marchar, EstefanГa todavГa tenГa suficientes pociones a mano para encargarse de una legiГіn de enemigos potenciales.
Incluso podrГa mandar a su doncella que lo hiciera. A fin de cuentas, Elethe era buena con los cuchillos, aunque desde que estuvo presa de la marinera cuando EstefanГa las encontrГі en los muelles, quizГЎs no lo era lo suficiente.
Aquella duda fue suficiente para que EstefanГa se detuviera. Aquello no era el tipo de cosa en la que podГa permitirse un error. HabrГa ocasiГіn para enmendarlo. Tan lejos de otros recursos, un fallo no significarГa una retirada tranquila. PodrГa significar su muerte.
En cualquier caso, todavГa estaban muy lejos de tierra. EstefanГa no sabГa manejar la barca y mientras su doncella posiblemente serГa una guГa Гєtil en las tierras de Felldust, seguramente no podrГa llevarlas a travГ©s del ocГ©ano hasta ella. Necesitaba las habilidades de la marinera, tanto para encontrar tierra de manera segura como para llevarlas al trozo de tierra correcto. HabГa cosas que EstefanГa necesitaba encontrar, y no podГa hacerlo si no podГa ni llegar a la tierra que hacГa generaciones que era la aliada del Imperio.
EstefanГa fue hacia ellas y, por un instante, pensГі en empujar a Felene igualmente, simplemente porque parecГa sorprendentemente leal a Thanos. No era un rasgo que EstefanГa esperara de una ladrona confesa, y querГa decir que probablemente el soborno no serГa una opciГіn. Lo que solo dejaba medios mГЎs violentos.
AГєn asГ, cuando Felene se girГі hacia ella, EstefanГa forzГі una sonrisa.
“¿Cuánto tiempo más tenemos que seguir?” preguntó.
Felene levantГі las manos como un comerciante que equilibra las balanzas. “Un dГa o dos, quizГЎs. Depende del viento. ВїYa le molesta mi compaГ±Гa, princesa?”
“Bueno”, dijo EstefanГa, “eres grosera, altiva, despГіtica y casi te regocijas del hecho de que eres una criminal”.
“Y esto solo es el principio de mis virtudes”, dijo Felene riГ©ndose. “AГєn asГ, os llevarГ© a Felldust sin dificultad. ВїHa pensado en lo que va a hacer entonces? ВїLos amigos de la corte, quizГЎs, para ayudarla a encontrar a su hechicero? ВїSabe dГіnde encontrarlo?”
“Donde el sol al ponerse se encuentra con las calaveras de los que murieron como piedra” dijo EstefanГa, recordando las instrucciones que la Vieja Hara la bruja le habГa dado. EstefanГa habГa pagado por esas direcciones con la vida de una de sus otras doncellas. Apenas parecГan suficientes.
“Siempre es algo asГ”, dijo Felene con un suspiro. “CrГ©ame, he robado algunas bonitas cosas impresionantes en mi vida y nunca son direcciones claras. Nunca hay un nombre de calle y alguien que te diga que cojas la tercera puerta a la izquierda. Hechiceros, brujas, estos son los peores. Me sorprende que una dama noble como usted quiera mezclarse con algo asГ”.
Aquello se debГa a que la marinera no sabГa nada sobre EstefanГa, en realidad. Ni de las cosas que le habГa tomado su tiempo aprender para ser algo mГЎs que otro rostro en el contexto de los acontecimientos reales. Ni por supuesto hasta dГіnde estaba dispuesta a llegar por venganza.
“HarГ© lo que haga falta”, dijo EstefanГa. “La cuestiГіn es si puedo confiar en ti”.
Felene le mostrГі una sonrisa. “Siempre y cuando me pida mГЎs que nada cosas que incluyan beber, luchar y robar de vez en cuando”. Su gestГі se volviГі mГЎs serio. “Se lo debo a Thanos, y le di mi palabra de que procurarГa que estuvieras a salvo. Mantengo mi palabra”.
Sin esa parte, ella hubiera sido perfecta para los planes de EstefanГa. Oh, si hubiera estado tan abierta al soborno como el resto de los de su especie. O incluso a la seducciГіn. EstefanГa le hubiera entregado a Elethe con la misma facilidad que le habГa entregado su Гєltima doncella a la vieja bruja Hara.
“¿Y qué pasará cuando lleguemos a Felldust?” preguntó Felene. “¿Cómo lo haremos para encontrara aquel �lugar donde el sol al ponerse se encuentra con las calaveras de los que murieron como piedra’?”
“Yo he oГdo hablar de las calaveras de los que murieron como piedra”, aГ±adiГі Elethe. “EstГЎn en las montaГ±as”.
EstefanГa hubiera preferido hablar de esto en privado, pero lo cierto era que no habГa privacidad en su pequeГ±a barca. TenГan que hablar de ello, y aquello querГa decir hablar delante de Felene.
“Eso quiere decir que tendremos que ir hacia las montaГ±as”, dijo EstefanГa. “¿PodrГЎs encargarte de esto?”
Elethe asintió. “Un amigo de mi familia tiene caravanas que cortan camino por las montañas. Será fácil organizarlo”.
“¿Sin llamar demasiado la atenciГіn?” preguntГі EstefanГa.
“El dueño de una caravana que llama demasiado la atención es al que roban”, le aseguró Elethe. “Y conseguiremos más información una vez lleguemos a la ciudad. Felldust es mi hogar, mi señora”.
“Estoy segura de que serГЎs de gran ayuda”, dijo EstefanГa, de un modo que se convirtiГі en una expresiГіn de gratitud. Antes aquello hubiera hecho enloquecer de alegrГa a su doncella, pero ahora apenas sonriГі. Posiblemente tenГa algo que ver con toda la atenciГіn que recibГa de Felene.
Un fino rayo de ira crecГa en EstefanГa ante aquello. No eran celos en el sentido tradicional, porque no sentГa eso por la chica, ni por nadie, ahora que Thanos habГa desaparecido de su vida. No, simplemente era porque su doncella era suya. Antes la chica se hubiera lanzado a su muerte si EstefanГa se lo hubiera mandado. Ahora, EstefanГa no podГa asegurarlo, y eso la exasperaba. DeberГa encontrar un modo de demostrarlo antes de que aquello terminara.
TendrГa que hacer muchas cosas antes de terminar en Felldust. TendrГa que encontrar a este hechicero, y aunque su doncella entendiera una de las pistas de su paradero, aquella llevarГa tiempo y esfuerzo. TendrГa que hacerlo en una tierra extraГ±a, donde la polГtica y la gente serГan diferentes, aunque sus puntos dГ©biles fueran en general los mismos que en todo el mundo.
Incluso una vez encontrado el hechicero, deberГa encontrar el modo o de descubrir lo que sabe o de ganarse su ayuda. QuizГЎs solo harГa falta dinero, o un pequeГ±o hechizo, pero EstefanГa lo dudaba. Cualquier hechicero con el poder de detener a uno de los Antiguos podrГa conseguir cualquier cosa del mundo que quisiera.
No, EstefanГa tendrГa que ser mГЎs creativa que aquello, pero encontrarГa un modo de hacer que funcionara. Todo el mundo deseaba algo, fuera poder, fama, informaciГіn, o simplemente seguridad. EstefanГa siempre habГa tenido un don para descubrir lo que querГa la gente; muy a menudo era la palanca que los abrГa a hacer lo que EstefanГa querГa que hiciesen.
“Dime, Elethe”, dijo por impulso. “¿Qué es lo que tú deseas?”
“Servirla, mi seГ±ora”, dijo la chica de inmediato. Era la respuesta correcta, evidentemente, pero habГa un toque de sinceridad en ella que a EstefanГa le gustaba. Ya descubrirГa la respuesta real a su debido tiempo.
“¿Y tГє, Felene?” preguntГі EstefanГa.
Vio que la ladrona encogГa los hombros. “Cualquier cosa que el mundo me ofrezca. Preferiblemente con abundantes tesoros, bebida, compaГ±eros y diversiГіn. No necesariamente en ese orden”.
EstefanГa rio flojito, fingiendo no escuchar la mentira que habГa en ello. “Por supuesto. ВїQuГ© mГЎs podrГa desear alguien?”
“¿Por qué no me lo dice usted?” contestó Felene. “¿Qué es lo que usted desea, princesa? ¿Por qué pasa por todo esto?”
“Quiero estar a salvo”, dijo EstefanГa. “Y busco venganza contra los que me arrebataron a Thanos”.
“¿Venganza contra el Imperio?” dijo Felene. “Imagino que yo podrГa apoyarla en eso. Al fin y al cabo, ellos me arrojaron a aquella isla suya”.
Si querГa pensar que lo que EstefanГa querГa era vengarse del Imperio, que lo creyera. Los objetos de la ira de EstefanГa se definГan mГЎs fГЎcilmente: Ceres, despuГ©s Thanos, junto con todos los que los ayudaran.
En silencio, EstefanГa repetГa el juramento que habГa hecho en Delos. EducarГa a su hijo para que fuera el arma perfecta contra su padre. Lo educarГa con amor; seguro, ella no era un monstruo. Pero tambiГ©n tendrГa un propГіsito. SabrГa lo que su padre habГa hecho.
Y algunas cosas no podrГan perdonarse nunca.
CAPГЌTULO CUATRO
Lucio habГa pasado la mayor parte de su viaje a Felldust como queriendo apuГ±alar a alguien. Ahora que se estaba acercando, el sentimiento no hacГa mГЎs que intensificarse. AllГ estaba vestido con ropa sucia, mientras el sol lo achicharraba, huyendo de un imperio que deberГa haberse apresurado a obedecerle.
“Vigila por donde vas, chico”, dijo uno de los marineros, apartando a Lucio de un empujГіn para poder poner una cuerda en su sitio. Lucio no se habГa molestado en recordar el nombre de aquel hombre, pero ahora mismo deseaba haberlo hecho, aunque solo fuera para quejarse al capitГЎn de esta barca de su tripulaciГіn.
“¿Chico? ВїSabes quiГ©n soy y te atreves a llamarme chico?” exigiГі Lucio. “DeberГa ir al capitГЎn Arvan y hacer que te azotaran con el lГЎtigo”.
“Hazlo”, dijo el marinero, con el tono aburrido de alguien que sabe que está perfectamente a salvo. “A ver lo que consigues”.
Lucio cerrГі los puГ±os. Lo peor era la sensaciГіn de futilidad. El CapitГЎn Arvan estaba en la cubierta de mando con el timГіn del barco en sus manos, el bulto de aquel hombre se balanceaba cada vez que una ola movГa la barca. HabГa dejado perfectamente claro que Lucio le importaba hasta que durara su dinero.
Como le habГa pasado desde que marchГі, la rabia traГa consigo imГЎgenes de sangre y piedra. La sangre de su padre, manchando la piedra de la estatua de su antepasado.
Con la que me mataste.
Lucio se sobresaltГі ante aquello, aunque la voz habГa estado allГ, clara como el cielo por la maГ±ana, profunda como la culpa, siempre desde el momento en que le dio el primer golpe. Lucio no creГa en los fantasmas, pero el recuerdo de la voz de su padre todavГa estaba allГ, contestГЎndole siempre que intentaba pensar. SГ, solo se trataba de su propia mente jugГЎndole malas pasadas, pero aquello apenas lo hacГa mejor. Solo querГa decir que incluso sus propios pensamientos no harГan lo que Г©l quisiera.
Nada lo harГa, por el momento. El capitГЎn del barco en el que lo habГan aceptado, se lo habГa llevado a regaГ±adientes, como si no fuera un honor tener a Lucio a bordo durante su viaje. Sus hombres trataban a Lucio con desprecio, como a un criminal comГєn que huye de la justicia, mГЎs que como al legГtimo gobernador del Imperio, al que le han usurpado cruelmente el trono.
El trono de Thanos.
“No es el trono de Thanos”, dijo bruscamente al vacГo. “Es mГo”.
“¿DecГas algo?” preguntГі el marinero, sin molestarse a mirar.
Lucio se apartГі de Г©l, y le dio un puГ±etazo a la madera del mГЎstil, enojado, pero aquello solo le provocГі dolor en los nudillos cuando le saltГі la piel de los mismos. Si por Г©l fuera, hubiera despellejado a uno o dos de los de la tripulaciГіn tambiГ©n.
AГєn asГ, Lucio mantenГa las distancias con ellos, manteniГ©ndose en las secciones vacГas de cubierta a donde le habГan dicho que podГa ir, como si se tratara de un plebeyo a quien daban instrucciones acerca de dГіnde podГa estar. Como si Г©l no pudiera reclamar legГtimamente todas y cada una de las embarcaciones del Imperio si lo deseaba.
Pero el capitГЎn del barco habГa hecho exactamente eso. HabГa dejado a Lucio con instrucciones claras de mantenerse lejos de la tripulaciГіn mientras estaban trabajando y de no causar ningГєn problema.
“De no ser asГ caerГЎs por la borda e irГЎs nadando hasta Felldust”, habГa dicho el hombre.
QuizГЎs deberГas haberlo matado como hiciste conmigo.
“No estoy loco”, se dijo Lucio a sà mismo. “No estoy loco”.
No lo iba a permitir, como tampoco iba a permitir que los hombres le hablaran con altanerГa, como si Г©l no importara. TodavГa recordaba el frГo estado de furia en el que se encontraba cuando golpeГі a su padre, sintiendo el peso de la estatua en su mano, golpeando con ella porque era el Гєnico modo de retener lo que era suyo.
“Tú me hiciste hacerlo”, hablaba Lucio entre dientes. “No me dejaste elección”.
Estoy seguro que igual que ninguna de tus vГctimas de dejГі elecciГіn, dijo la voz interior. ВїA cuГЎntos has matado ya?
“¿Qué importa eso?” exigió Lucio. Fue dando grandes pasos hacia el barandal y gritó por encima del ajetreo de las olas. “¡No importa!”
“¡Cállate, chaval, aquà estamos intentando trabajar!” gritó el capitán del barco desde donde estaba manejando aquello.
No puedes hacer lo correcto ni siquiera en medio del ocГ©ano, dijo su voz interior.
“Cierra la boca”, dijo bruscamente Lucio. “¡Cierra la boca!”
“¿Te atreves a hablarme asГ, chico?” exigiГі el capitГЎn, dirigiГ©ndose hacia la cubierta principal para enfrentarse a Г©l. El hombre era mГЎs grande que Lucio y, normalmente, en aquel momento el miedo lo hubiera recorrido. Ahora mismo no tenГa cabida, porque los recuerdos lo empujaban hacia fuera. Recuerdos de violencia. Recuerdos de sangre. “¡Yo soy el capitГЎn de esta embarcaciГіn!”
“¡Y yo soy un rey!” replicГі Lucio, lanzando un puГ±etazo con la intenciГіn de dar al otro hombre en la mandГbula y hacer que se tambaleara hacia atrГЎs. Nunca habГa creГdo en las peleas justas.
En cambio, el capitГЎn se apartГі, esquivando el golpe con facilidad. Lucio resbalГі con la humedad que habГa en cubierta y en aquel instante el otro hombre le abofeteГі.
ВЎAbofetearlo a Г©l! Como si fuera una fulana que ha hablado cuando no le tocaba, no un guerrero digno de una lucha. ВЎNo un prГncipe!
AГєn asГ, el golpe fue suficiente para tirarlo a cubierta, y Lucio hizo un pequeГ±o ruido de rabia.
Es mejor que no te levantes, susurrГі la voz de su padre.
“¡Cállate!”
MetiГі la mano dentro de su tГєnica, para buscar el cuchillo que guardaba allГ. Entonces fue cuando el CapitГЎn Arvan lo pateГі.
El primer golpe fue en el estГіmago, lo suficientemente fuerte para hacerlo caer de rodillas. El segundo tan solo le golpeГі ligeramente la cabeza, pero aГєn asГ fue suficiente para hacerle ver las estrellas. No hizo nada para silenciar la voz de su padre.
LlГЎmate a ti mismo guerrero. SГ© que sabes cГіmo hacerlo.
Era fГЎcil decirlo cuando no te estГЎn golpeando hasta la muerte sobre la cubierta de un barco.
“¿Crees que me puedes apuГ±alar, chico?” exigiГі el CapitГЎn Arvan. “VenderГa tu cadГЎver si creyera que alguien pagarГa por Г©l. Tal como estГЎn las cosas, ВЎte lanzaremos al agua y veremos si ni siquiera los tiburones dirigen sus hocicos hacia ti!” Hubo otra pausa, interrumpida por otro puntapiГ©. “Vosotros dos, agarradlo. Veremos si la realeza flota”.
“¡Soy un rey!” se quejaba Lucio mientras unas manos fuertes empezaban a cogerlo. “¡Un rey!”
Y pronto serГЎs un antiguo rey, aГ±adiГі la voz de su padre.
Lucio se sintiГі ingrГЎvido cuando los hombres lo cogieron, lo suficientemente alto que podГa ver el agua interminable que los rodeaba, a la que pronto lo arrojarГan para que se ahogara. Aunque no era interminable, Вїverdad? Estaba viendo…
“¡Tierra a la vista!” exclamó su centinela.
Por un instante, la tensiГіn se contuvo, y Lucio estaba seguro de que lo iban a lanzar al agua de todas formas.
Entonces la voz del CapitГЎn Arvan retumbГі por encima de todo lo demГЎs.
“¡Dejad a esa basura real que respira! Tenemos deberes que atender, nos desharemos de él muy pronto”.
Los marineros no lo dudaron. En su lugar, arrojaron a Lucio sobre la cubierta, abandonГЎndolo mientras se disponГan a tirar de las cuerdas junto al resto de la tripulaciГіn.
DeberГas estar agradecido, susurrГі la voz de su padre.
Sin embargo, Lucio estaba de todo menos agradecido. En su lugar, aГ±adiГі este barco y su tripulaciГіn a la lista de aquellos que pagarГan una vez recuperara su trono. HarГa que los quemaran.
HarГa que los quemaran a todos.
CAPГЌTULO CINCO
Thanos estaba dentro de su jaula esperando a la muerte. Se retorcГa y daba vueltas bajo el sol de Delos, que lentamente calentaba, mientras por el patio los guardias trabajaban para construir el patГbulo en el cual lo asesinarГan. Thanos nunca se habГa sentido tan desamparado.
O tan sediento. AllГ lo habГan ignorado, no le habГan dado nada para comer ni para beber, solo dirigГan su atenciГіn hacia Thanos para hacer repiquetear sus espadas en las barras de su horca, como mofa.
Los sirvientes iban a toda prisa por el patio, la sensaciГіn de urgencia en sus recados sugerГa que algo estaba sucediendo en el castillo de lo que Thanos no sabГa nada. O quizГЎs asГ era simplemente cГіmo sucedГan las cosas durante velatorio por la muerte de un rey. QuizГЎs toda esta actividad se debГa simplemente a que la Reina Athena estaba dirigiendo Delos como ella querГa.
Thanos podГa imaginar a la reina haciГ©ndolo. Mientras otra podrГa haberse quedado atrapada en su dolor, apenas capaz de moverse, Thanos imaginaba que ella veГa la muerte de su esposo como una oportunidad.
Thanos apretГі la horca con fuerza con sus manos. Era muy posible que, en aquel mismo momento, Г©l fuera el Гєnico que verdaderamente lloraba la muerte de su padre. Los sirvientes y el pueblo de Delos tenГan todas las razones para odiarlo. Athenas estaba probablemente demasiado inmersa en sus planes para preocuparse. Y respecto a Lucio…
“Te encontraré”, prometió Thanos. “Habrá justicia por esto. Por todo”.
“Oh, habrá justicia, seguro” dijo uno de los guardias. “Tan pronto como te destripemos por lo que hiciste”.
GolpeГі las barras, atrapando los dedos de Thanos de un modo que hizo que este soplara por el dolor. Thanos hizo la intenciГіn de agarrarlo, pero el guardia simplemente rio, apartГЎndose como en una danza y dirigiГ©ndose a ayudar a los demГЎs en la construcciГіn del escenario sobre el que Thanos serГa asesinado finalmente.
Era un escenario. Todo aquello era un espectГЎculo. En un instante de violencia, Athena tomarГa el control del Imperio, al eliminar el peligro principal para su poder y al mostrar que ella seguГa al mando, a pesar de que su hijo ascendiera al trono.
QuizГЎs realmente pensaba que ese serГa el caso. De ser asГ, Thanos le deseaba suerte. Athena era malvada y avariciosa, pero su hijo era un loco sin lГmites. Ya habГa matado a su padre, y si su madre pensaba que podГa controlarlo, entonces necesitarГa toda la ayuda que le pudieran dar.
Como pasarГa con todos en Delos, desde el Гєltimo campesino hasta llegar a EstefanГa, atrapada y a la merced de una realeza que no tenГa en absoluto.
Pensar en su esposa le apenaba. HabГa venido hasta aquГ para salvarla, y en su lugar habГa acabado asГ. Si Г©l no hubiera estado allГ, quizГЎs las cosas hubieran resultado mejor. QuizГЎs los guardias hubieran visto que fue Lucio el que habГa matado al rey. QuizГЎs hubieran actuado, en lugar de intentar limpiarlo todo.
“O quizás hubieran culpado a la rebelión”, dijo Thanos, “y Lucio hubiera tenido otra excusa”.
PodГa imaginarlo. No importaba lo mal que estuviera todo, Lucio siempre encontrarГa un modo de culpar a los demГЎs. Y si Г©l no hubiera estado allГ al final, no hubiera podido escuchar a su padre reconocer quiГ©n era Г©l. No hubiera descubierto que podГa encontrar pruebas de ello en Felldust.
No hubiera tenido la oportunidad de decir adiГіs, o de sostener a su padre al morir. Ahora lamentaba el hecho de que no conseguirГa ver a EstefanГa antes de ser ejecutado, o de poder asegurarse de que estaba bien. Incluso con todo lo que habГa hecho, no deberГa haberla abandonado en aquel muelle. HabГa sido un paso egoГsta, pensando solo en su propia rabia e indignaciГіn. HabГa sido un paso que le habГa costado su esposa y la vida de su hijo.
Fue un paso que probablemente le iba a costar a Thanos su propia vida, dado que solo estaba allГ porque EstefanГa estaba atrapada. Si se la hubiera llevado con Г©l y la hubiera dejado a salvo en Haylon, nada de esto hubiera sucedido.
Thanos sabГa que habГa una cosa que debГa hacer antes de que lo ejecutaran. No podГa escapar, no podГa esperar eludir lo que le esperaba, pero aГєn podГa intentar arreglarlo.
EsperГі a que uno de los sirvientes que atravesaban el patio se acercara. El primero al que le hizo una seГ±al continuГі caminando.
“Por favor”, llamó al segundo, que miró a su alrededor antes de negar con la cabeza y continuó su camino.
El tercero, una mujer joven, se detuvo.
“Se supone que no podemos hablar contigo”, dijo. “Se nos ha prohibido traerte agua o comida. La reina quiere que sufras por matar al rey”.
“Yo no lo maté”, dijo Thanos. Г‰l alargГі el brazo cuando ella se disponГa a dar la vuelta. “No espero que lo creas, y no te estoy pidiendo agua. ВїPuedes traerme carbГіn y papel? La reina no puede haber prohibido esto”.
“¿Estás pensando en escribir un mensaje para la rebelión?” preguntó la sirvienta.
Thanos negó con la cabeza. “Nada de eso. Puedes leer lo que escriba si quieres”.
“Lo… lo intentaré”. ParecГa que querГa decir algo mГЎs, pero Thanos vio que uno de los guardias miraba en su direcciГіn, y la sirvienta se fue a toda prisa.
Esperar era difГcil. ВїCГіmo se suponГa que debГa observar a los guardias construyendo la horca de la que lo colgarГan hasta prГЎcticamente matarlo, o la gran rueda en la que lo romperГan mГЎs tarde? Era una pequeГ±a crueldad que demostraba que aunque la Reina Athena consiguiera controlar a su hijo, el Imperio estarГa lejos de la perfecciГіn.
TodavГa estaba pensando en todas las crueldades que Lucio y su madre podrГan causar al paГs cuando la sirvienta llegГі con algo doblado bajo el brazo. Tan solo era un trozo de pergamino y un pequeГ±Гsimo palo de carbГіn, pero aГєn asГ se lo pasГі tan furtivamente como si se tratara de la llave hacia su libertad.
Thanos lo cogiГі con la misma cautela. No tenГa ninguna duda de que los guardias se lo quitarГan, aunque solo fuera por la pequeГ±a oportunidad de hacerle mГЎs daГ±o. Aunque habГa algunos que no estaban completamente corruptos por la crueldad del Imperio, pensaban que Г©l era el peor de los traidores, y que merecГa todo lo que tenГa.
Se encorvГі hacia el trozo de pergamino, susurrando las palabras mientras intentaba dejarlo exactamente como debГa estar. EscribГa con letras diminutas, sabiendo que habГa mucho en su corazГіn que necesitaba plasmar allГ:
A mi querida esposa, EstefanГa. Para cuando leas esto, me habrГЎn ejecutado. QuizГЎs sientas que lo merezco, despuГ©s del modo en que te dejГ© atrГЎs. QuizГЎs sentirГЎs algo del dolor que yo siento al saber que has sido forzada a hacer tantas cosas que tГє no querГas.
Thanos intentaba pensar en las palabras para todo lo que sentГa. Era difГcil plasmarlo todo, o dar sentido al caos confuso de sentimientos que daban vueltas en su interior:
Yo… te querГa, y vine a Delos para intentar salvarte. Siento no haber podido, incluso aunque no estoy seguro de que hubiГ©ramos podido estar juntos de nuevo. Yo… sГ© lo feliz que estabas cuando supiste lo de nuestro hijo, a mГ tambiГ©n me llenГі de alegrГa. AГєn asГ, mi mayor remordimiento es que nunca veremos al hijo o hija que podrГa haber sido.
Solo pensar en ello ya le provocaba mГЎs dolor que cualquiera de los golpes que los guardias le habГan causado. DeberГa haber venido antes a liberar a EstefanГa. Nunca deberГa haberla dejado atrГЎs.
“Lo siento”, susurrГі, sabiendo que no habrГa suficiente espacio para escribir todo lo que querГa decir. Evidentemente no podГa exponer sus sentimientos en algo que iba a confiar a una extraГ±a para que lo entregara. Solo esperaba que aquello fuera suficiente.
PodrГa haber escrito mucho mГЎs, pero aquello era lo principal. Su dolor porque las cosas habГan ido mal. El hecho de que habГa habido amor. Esperaba que fuera suficiente.
EsperГі a que la sirvienta se acercara de nuevo y estirГі el brazo para detenerla.
“¿Puedes llevar esto a Lady EstefanГa?” preguntГі.
La sirvienta dijo que no con la cabeza. “Lo siento, no puedo”.
“Ya sГ© que es pedir mucho”, dijo Thanos. ComprendГa el peligro que le estaba pidiendo a la sirvienta que corriera. “Pero si alguien puede hacГ©rselo llegar mientras todavГa estГЎ encerrada…”
“No es eso”, dijo la sirvienta. “Lady EstefanГa no estГЎ aquГ. Se fue”.
“¿Se fue?” repitió Thanos. “¿Cuándo?”
La sirvienta extendió los brazos. “No lo sé. Escuché a una de sus doncellas hablar de ello. Se marchó hacia la ciudad y no regresó”.
ВїHabГa escapado? ВїHabГa salido de allГ sin su ayuda? Su doncella habГa dicho que era imposible, Вїpero habГa encontrado la manera EstefanГa? PodГa esperar que fuera posible, Вїo no?
Thanos todavГa estaba pensando cuando se dio cuenta de que se habГa detenido la actividad alrededor del patГbulo. Al mirar, fue fГЎcil ver por quГ©. Estaba acabado. Los guardias estaban a la espera a su lado, obviamente admirando su construcciГіn. Un lazo colgaba, oscuro contra el horizonte. Una rueda en espiral y un brasero estaban por allГ cerca. Por encima de todo aquello sobresalГa una gran rueda, con cadenas atadas a ella, un enorme martillo descansaba en el suelo junto a ella.
Vio que la gente se iba amontonando. HabГa guardias colocados en cГrculo por los bordes del patio, que parecГa que estuvieran allГ para evitar que otros se metieran y como si quisieran ver la muerte de Thanos por ellos mismos.
Arriba, mirando por las ventanas, Thanos veГa sirvientes y nobles, algunos miraban hacia abajo parecГa ser que con pena, otros con rostros inexpresivos o con un odio descarado. Thanos podГa ver incluso a unos cuantos subidos al tejado, mirando hacia abajo desde allГ ya que no podГan encontrar otro lugar. Estaban llevando aquello como si se tratara del acontecimiento social de la temporada mГЎs que de una ejecuciГіn, y un rayo de rabia creciГі en Thanos ante aquello.
“¡Traidor!”
“¡Asesino!”
Los abucheos fueron a menos, los insultos les siguieron como resultado desde las ventanas, y aquella fue la parte mГЎs dura. Thanos pensaba que aquella gente lo respetaban y sabrГan que nunca podrГa hacer aquello de lo que le acusaban, pero lo abucheaban como si fuera el peor de los criminales. No todos ellos lo insultaban, pero bastantes, y Thanos se preguntaba si realmente lo odiaban tanto, o solo querГan demostrarle al nuevo rey y a su madre de quГ© lado estaban.
Se resistiГі cuando fueron a por Г©l, arrastrГЎndolo desde su horca. Г‰l daba puГ±etazos y patadas, atacaba e intentaba retorcerse para liberarse, pero cualquier cosa que hiciera no era suficiente. Los guardias le cogieron los brazos, se los retorcieron hacia atrГЎs y se los ataron para inmovilizarlos. Entonces Thanos dejГі de pelear, pero solo por mantener algo de dignidad en aquel momento.
Lo llevaron, paso a paso, hacia el patГbulo que habГan construido. Thanos subiГі sin rechistar sobre la banqueta que habГa debajo de la horca. Con suerte, quizГЎs la caГda le romperГa el cuello, privГЎndolos de su cruel entretenimiento.
Mientras le colocaban el lazo alrededor del cuello, pensaba en Ceres. En todo lo que podrГa haber sido diferente. Г‰l habГa querido cambiar las cosas. Г‰l habГa querido que las cosas mejoraran y estar con ella. Deseaba…
Pero no hubo tiempo para deseos, porque Thanos notГі que los guardias apartaban la banqueta de una patada y el lazo le apretГі el cuello.
CAPГЌTULO SEIS
A Ceres no le importaba que el castillo fuera el Гєltimo bastiГіn impenetrable del Imperio. No le importaba que tuviera muros como peГ±ascos escarpados o puertas que pudieran resistir armas de asedio. Esto acababa aquГ.
“¡Adelante!” exclamГі hacia sus seguidores, y estos se apresuraron a seguirla. QuizГЎs otro general los hubiera guiado desde la retaguardia, planeГЎndolo con cautela y dejando que los otros corrieran el peligro. Ceres no podГa hacer aquello. QuerГa desarticular lo que quedaba del poder del Imperio por ella misma, y sospechaba que la mitad de las razones por las que mucha gente la seguГa era a causa de ello.
Ahora eran mГЎs de los que habГan sido en el Stade. La gente de la ciudad habГa salido a las calles, la rebeliГіn se habГa extendido como cuando a las brasas ardientes se les da combustible nuevo. HabГa personas vestidas con su ropa de empleados del muelle y carniceros, mozos de cuadra y comerciantes. Incluso ahora habГa unos cuantos guardias, que se arrancaron a toda prisa los colores imperiales cuando vieron que se acercaba aquella marea de humanidad.
“Estarán preparados para cuando lleguemos”, dijo uno de los combatientes que estaba al lado de Ceres mientras marchaban hacia el castillo.
Ceres negó con un movimiento de cabeza. “Nos verán venir. Eso no es lo mismo que estar preparado”.
Nadie podГa estar preparado para esto. Ahora a Ceres no le preocupaba cuГЎntos hombres tenГa el Imperio, o lo fuertes que eran sus muros. TenГa a una ciudad entera de su lado. Ella y los combatientes corrГan por las calles, a lo largo del amplio paseo que lleva hacia las puertas del castillo. Eran la punta de la lanza, con el pueblo de Delos y lo que quedaba de los hombres de Lord West tras ellos en una marea de esperanza y rabia popular.
Ceres escuchГі gritos mГЎs adelante cuando se aproximaban al castillo, y el ruido de los cuernos mientras los soldados intentaban organizar una especie de defensa significativa.
“Es demasiado tarde”, dijo Ceres. “Ahora no pueden detenernos”.
Pero sabГa que habГa cosas que podГan hacer incluso entonces. Empezaron a caer flechas desde los muros, no en las cantidades que formaron una lluvia mortГfera para las tropas de Lord West, pero aГєn asГ mГЎs que peligrosa para los que no llevaban armadura. Ceres vio que una le atravesaba el pecho a un hombre que estaba a su lado. Una mujer cayГі al suelo gritando mГЎs adelante.
“Los que tengГЎis escudos o protecciГіn, a mГ”, gritГі Ceres. “Todos los demГЎs, estad preparados para atacar”.
Pero las puertas del castillo ya se estaban cerrando. Ceres veГa a sus seguidores como si fueran una ola que iba a romper allГ como si se tratara del casco de un gran barco, pero no redujo la velocidad. Las olas tambiГ©n pueden inundar barcos. Incluso cuando las grandes puertas se cerraron con un ruido parecido a un trueno, no se detuvo. Simplemente sabГa que tendrГa que esforzarse mГЎs para derrotar el mal del Imperio.
“¡Escalad!” gritГі a los combatientes, enfundando sus espadas gemelas para poder saltar al muro. La tosca piedra tenГa suficientes asideros para que alguien lo suficientemente valiente lo intentara, y los combatientes eran mГЎs que valientes para ello. La siguieron, su musculosa complexiГіn los permitГa subir por la piedra como si se tratara de un ejercicio de entrenamiento ordenado por sus maestros de espadas.
Ceres escuchГі que los que estaban tras ella pedГan escaleras a gritos, y sabГa que la gente comГєn de la rebeliГіn la seguirГa enseguida. Pero por ahora, ella estaba solo concentrada en la sensaciГіn ГЎspera de la piedra que tenГa bajo las manos, en el esfuerzo que hacГa falta para arrastrarse de un asidero al siguiente.
Una lanza pasГі a toda velocidad por su lado, lanzada evidentemente por alguien desde arriba. Ceres se apretГі contra la pared, dejГЎndola pasar, y despuГ©s continuГі escalando. Mientras estuviera en el muro era un blanco y la Гєnica soluciГіn era continuar. Ceres agradecГa que no hubieran tenido el tiempo suficiente para preparar aceite hirviendo o quemar arena como protecciГіn contra la escalada.
LlegГі a lo mГЎs alto del muro y, al instante, habГa allГ un guardia para defender. Ceres se alegrГі de ser la primera en llegar allГ, porque tan solo la salvГі su velocidad, que le permitiГі estirar el brazo para agarrar a su contrincante y empujarlo desde su posiciГіn encima de la almena. CayГі con un grito, precipitГЎndose hacia la masa furiosa de sus seguidores.
Entonces Ceres saltГі encima del muro, desenfundando sus dos espadas para atacar a diestro y siniestro. Un segundo hombre fue hacia ella, y defendГa a la vez que empujaba, hasta que notГі cГіmo se hundГa la espada. Una lanza apareciГі por un lateral, desviГЎndose de su incompleta armadura. Ceres la redujo con una fuerza brutal. En unos segundos, habГa abierto un espacio en la parte de arriba del muro y los combatientes se colaron entonces por el borde para llenarlo.
Algunos de los guardias que habГa allГ intentaron defenderse. Un hombre atacГі a Ceres con un hacha. Ella se agachГі y escuchГі cГіmo golpeaba la piedra que habГa tras ella, entonces le hiriГі con una de sus espadas en el estГіmago. Anduvo a su alrededor y lo tirГі al patio de una patada. CogiГі un golpe contra sus espadas y empujГі hacia atrГЎs a otro hombre.
No habГa suficientes hombres para contener el muro. Algunos se fueron corriendo. Los que fueron hacia delante murieron. Uno corriГі hacia Ceres con una lanza, y ella notГі que le araГ±aba la pierna cuando la esquivГі sin espacio. Dio un golpe bajo para paralizar a su contrincante y, a continuaciГіn, trajo sus espadas a la altura del cuello.
Su pequeГ±ae cabeza de playa de encima del muro rГЎpidamente se extendiГі a algo parecido a un frente de ola. Ceres encontrГі unos escalones que bajaban hacia las puertas, y las bajГі de cuatro en cuatro, deteniГ©ndose solo para parar un golpe de un guardia que estaba a la espera y darle una patada que lo tirГі al suelo. Mientras el combatiente que venГa tras ella saltГі sobre el guardia, Ceres fijГі su atenciГіn en las puertas.
HabГa una gran rueda al lado de las puertas, que evidentemente estaba allГ para abrirla. HabГa casi una docena de guardias a su lado formando un cГrculo, intentando protegerla y manteniendo fuera a la horda de gente. HabГa mГЎs con arcos, preparados para disparar a todo aquel que intentara abrir las puertas.
Ceres fue hacia la rueda sin detenerse.
AtravesГі la armadura de un guardia, sacГі su espada y se agachГі cuando un segundo iba a golpearla. Le cubriГі el muslo con su espada, se puso de pie de un salto y derribГі a un tercero. EscuchГі cГіmo una flecha repiqueteaba sobre los adoquines, y lanzГі una espada, que provocГі un grito al clavarse. AgarrГі la espada de un soldado moribundo, se reincorporГі a la batalla y, en un instante, los otros estaban con ella.
En los instantes siguientes hubo un caos, pues los guardias parecГan comprender que aquella era su Гєltima oportunidad para impedir la entrada a la rebeliГіn. Uno fue hacia Ceres con dos espadas, y ella se enfrentГі a Г©l golpe a golpe, sintiendo el impacto cada vez que paraba uno, probablemente mГЎs rГЎpido que la mayorГa de los que la rodeaban podГan hacerlo. Entonces atacГі entre los golpes, alcanzando al guardia en el cuello, avanzando incluso antes de que este se desplomara para bloquear un golpe de hacha que iba dirigido a un combatiente.
No pudo salvarlos a todos. A su alrededor, Ceres veГa que la violencia parecГa no detenerse nunca. Vio que uno de los combatientes que habГa sobrevivido en el Stade miraba a una espada que le perforaba el pecho. ParГі a su contrincante mientras caГa y le dio un Гєltimo golpe con su propia espada. Ceres vio que otro hombre luchaba contra tres guardias. MatГі a uno, pero mientras lo hacГa, su espada quedГі atrapada, permitiГ©ndole a otro que le apuГ±alara por el lateral.
Ceres fue al ataque y derribГі a los dos que quedaban. A su alrededor, la batalla por la rueda de la puerta se propagaba hacia su inevitable conclusiГіn. Era inevitable, al enfrentarse con los combatientes, los guardias que habГa allГ eran como el maГz maduro, listo para ser cortado. Pero aquello no hacГa que la violencia o la amenaza fueran menos reales. Ceres se echГі hacia atrГЎs justo a tiempo para esquivar un golpe de espada y lanzГі al que la empuГ±aba contra los demГЎs que estaban allГ. Tan pronto como hubo espacio libre, Ceres puso sus manos sobre la rueda y empujГі con toda la fuerza que sus poderes le daban. EscuchГі el chirrido de las poleas y el lento crujido de las puertas al empezar a abrirse.
La gente entrГі a raudales, como una corriente hacia el castillo. Su padre y su hermano estaban entre los primeros en atravesar el hueco y corrieron a reunirse con ella. Ceres hizo una seГ±al con su espada.
“¡Dispersaos!” exclamó. “Tomad el castillo. Matad solo a los que tengáis que hacerlo. Este es un momento para la libertad, no para la matanza. ¡Hoy cae el Imperio!”
Ceres iba a la cabeza de la ola de gente, en direcciГіn a la sala del trono. En momentos de crisis la gente se dirigirГa hacia allГ para intentar averiguar lo que sucedГa, y Ceres imaginГі que los que estaban a cargo del castillo se quedarГan allГ mientras osaran, para intentar mantener el control.
A su alrededor, vio que la violencia estallaba, imposible de detener, era imposible hacer otra cosa que no fuera reducir la velocidad. Vio que un joven noble se ponГa frente a ellos, y la multitud se le echГі encima, golpeГЎndolo con todas las armas que podГan agarrar. Un sirviente se metiГі en medio y Ceres vio que lo empujaban contra la pared y lo apuГ±alaban.
“¡No!” exclamó Ceres al ver que algunas personas del pueblo empezaban a agarrar tapices y a correr detrás de los nobles. “Estamos aquà para detener esto, ¡no para saquear!”
Lo cierto es que ya era demasiado tarde. Ceres vio que unos rebeldes perseguГan a uno de los sirvientes que habГa allГ, mientras otros se hacГan con los adornos de oro que llenaban el castillo. HabГa dejado entrar allГ un maremoto, y ahora no habГa esperanza de hacerlo retroceder solo con palabras.
Un escuadrГіn de guardias reales estaba enfrente de las puertas de la gran sala. Se veГan formidables con sus armaduras de oro, grabadas con musculaturas falsas e imГЎgenes diseГ±adas para intimidar.
“Entregaos y no os haremos daño”, les prometió Ceres, con la esperanza de poder mantener aquella promesa.
Los escoltas reales ni siquiera se detuvieron. Fueron al ataque con las espadas desenfundadas y, en un instante, todo era un caos de nuevo. Los escoltas reales estaban entre los mejores guerreros del Imperio, sus habilidades pulidas tras largas horas de entrenamiento. El primero en embestir contra ella fue tan rГЎpido que incluso Ceres tuvo que alzar su espada bruscamente para interceptar el golpe.
EsquivГі de nuevo, su segunda espada se deslizГі por el arma del escolta y fue a parar a toda velocidad a su cuello. A su lado, escuchaba los ruidos de la gente luchando y muriendo, pero no osaba mirar a su alrededor. Estaba demasiado ocupada haciendo retroceder a otro contrincante, empujГЎndolo hacia la agitada masa de la aglomeraciГіn.
AllГ no habГa mГЎs que cuerpos aplastados. Las espadas parecГan salir de allГ como de un gran retorcido charco de carne. Vio a un hombre que estaba aplastado contra las puertas, el simple peso de la gente que habГa detrГЎs de Г©l lo tenГa allГ aplastado, a la vez que lo empujaba hacia delante.
Ceres esperГі a estar mГЎs cerca y dio una patada a la puerta de la gran sala. Las puertas del castillo eran sГіlidas, pero estas se abrieron bajo el poder de su golpe, hasta golpear los muros que estaban al otro lado.
Dentro de la gran sala, Ceres vio grupos de nobles, esperando como si estuvieran indecisos de hacia dГіnde ir. EscuchГі cГіmo varios de los nobles que habГa allГ chillaban como si una horda de asesinos les hubiera caГdo encima. Desde donde estaban, Ceres imaginaba que probablemente no parecГa tan diferente de aquello en absoluto.
Vio a la Reina Athena en el centro de todo aquello, sentada en el alto trono que deberГa haber sido el del rey, flanqueada por dos de los escoltas mГЎs grandes que habГa allГ. Fueron corriendo hacia delante al unГsono, y Ceres saliГі a su encuentro.
Se lanzГі hacia delante, sumergiГ©ndose bajo las espadas extendidas de los contrincantes, tropezando y levantГЎndose con un suave movimiento. Se girГі, atacando con sus dos espadas de golpe, cogiendo a los escoltas con la fuerza suficiente para perforarles la armadura. Cayeron sin hacer ruido.
Un ruido resonГі por encima de las espadas al chocar desde la puerta: el sonido de la Reina Athena aplaudiendo con una intencionada lentitud.
“Oh, muy bien”, dijo mientras Ceres se giraba hacia ella. “Muy elegante. Digno de cualquier bufón. ¿Qué harás en tu siguiente truco?”
Ceres no cayГі en la provocaciГіn. SabГa que a Athena solo le quedaban las palabras. Evidentemente iba a intentar conseguir todo lo que pudiera con ellas.
“A continuación, terminaré con el Imperio”, dijo Ceres.
Vio que la Reina Athena le clavaba una mirada de furia. “¿Poniéndote a ti en su lugar? Aquà viene el nuevo Imperio, igual que el viejo”.
Aquello le tocГі mГЎs de cerca de lo que a Ceres le hubiera gustado. HabГa escuchado los gritos de los nobles mientras los rebeldes que iban con ella se extendГan como un fuego incontrolado por el castillo. HabГa visto a algunos de los que habГan matado.
“Yo no soy para nada como tú”, dijo Ceres.
La reina no contestГі por un instante. En cambio, rio, y algunos de los nobles se le unieron, evidentemente ya muy acostumbrados a acompaГ±arla con una risa nerviosa cuando la reina pensaba que algo era gracioso. Otros parecГan demasiado asustados y se encogГan de miedo.
Entonces sintió la mano de su padre sobre el hombro. “No eres en absoluto como ella”.
Pero no habГa tiempo para pensar en ello, pues la multitud que habГa alrededor de Ceres estaba cada vez mГЎs inquieta.
“¿Qué vamos a hacer con ellos?” preguntó uno de los combatientes.
Un rebelde dio una rápida respuesta. “¡Matarlos!”
“¡Matarlos! ВЎMatarlos!” Se convirtiГі en un canto y Ceres vio que el odio crecГa entre la multitud. Se parecГa demasiado al aullido que se habГa formado en el Stade, esperando sangre. ExigiГ©ndola.
Un hombre avanzГі, en direcciГіn a uno de los nobles con un cuchillo en la mano. Ceres reaccionГі por instinto y esta vez fue lo suficientemente rГЎpida. Se estrellГі contra el asesino en potencia, lo golpeГі y lo dejГі tumbado mientras este miraba fijamente a Ceres atГіnito.
“¡Es suficiente!” exclamó Ceres y la sala quedó en silencio en aquel momento.
Les lanzГі una mirada, que les hizo retroceder avergonzados, clavГЎndoles la mirada a pesar de quiГ©nes eran.
“Se acabó la matanza”, dijo. “Se acabó”.
“Entonces ¿qué hacemos con ellos?” preguntó un rebelde, señalando hacia los nobles. Evidentemente era más valiente que el resto, o simplemente odiaba más a los nobles.
“Los arrestamos”, dijo Ceres. “Padre, Sartes, ¿podéis encargaros de ello? ¿De aseguraros de que nadie los mata o hace daño a nadie aqu�”
PodГa imaginar todos los modos en los que podrГa salir mal. HabГa mucha rabia entre la gente de la ciudad y entre todos aquellos a los que el Imperio habГa hecho daГ±o. FГЎcilmente aquello podrГa convertirse en el tipo de masacre digna de Lucio, con los errores en los que Ceres no querrГa nunca estar involucrada.
“¿Y tú qué harás?” le preguntó Sartes.
Ceres comprendГa el miedo que notГі en ello. Probablemente su hermano habГa pensado que ella estarГa allГ para organizar todo esto, pero lo cierto era que no habГa nadie en quien Ceres confiara mГЎs para hacerlo que en Г©l.
“Tengo que acabar con la toma del castillo”, dijo Ceres. “A mi manera”.
“SГ”, dijo la Reina Athena, interrumpiendo. “CГєbrete las manos con mГЎs sangre. ВїCuГЎnta gente ha muerto por tus supuestos ideales?”
Ceres podrГa haberlo ignorado. PodrГa simplemente haberse marchado, pero habГa algo en la reina que era imposible dejar estar, como una herida que no ha sanado lo suficiente.
“¿CuГЎntos han muerto para que tГє pudieras quitarles lo que querГas?” replicГі Ceres. “Te has dedicado mucho a derribar a la rebeliГіn, cuando simplemente podrГas haber escuchado y aprendido algo. Has hecho daГ±o a mucha gente. PagarГЎs por ello”.
Vio la tensa sonrisa de la Reina Athena. “Sin duda, con mi cabeza”.
Ceres la ignorГі y se dispuso a marchar.
“AГєn asГ”, dijo la Reina Athena, “no estarГ© sola. Es demasiado tarde para Thanos, querida”.
“¿Thanos?”, dijo Ceres y la palabra fue suficiente para detenerla. Se girГі hacia donde la reina estaba todavГa sentada en el trono. “¿QuГ© has hecho? ВїDГіnde estГЎ?”
Vio que la sonrisa de la Reina Athena se hacГa mГЎs amplia. “Realmente no lo sabes, Вїverdad?”
Ceres sentГa que su rabia e impaciencia crecГan. No por el modo en que la reina se estaba mofando de ella, sino por lo que podrГa significar si Thanos estaba realmente en peligro.
La reina volviГі a reГr. Esta vez no le siguiГі nadie. “Viniste hasta aquГ, y ni siquiera sabГas que tu prГncipe favorito estГЎ a punto de morir por el asesinato de su rey”.
“¡Thanos no asesinarГa a nadie!” insistiГі Ceres.
No estaba segura de por quГ© tenГa que decirlo. ВЎSeguro que nadie creГa verdaderamente que Thanos podГa hacer algo asГ!
“Aún asà va a morir por ello”, respondió la Reina Athena, con una nota de tranquilidad que hizo que Ceres fuera a toda prisa a por ella, poniéndole una espada en el cuello.
En aquel instante, olvidГі todos los pensamientos de detener la violencia .
“¿Dónde está?” exigió. “¿Dónde está?”
Vio que la reina se quedaba pГЎlida y una parte de Ceres se sentГa feliz por ello. La Reina Athena merecГa estar asustada.
“En el patio del sur, esperando su ejecución. Ves, no eres diferente a nosotros”.
Ceres la tiró del trono al suelo. “Que alguien se la lleve antes de que haga algo de lo que me arrepienta”.
Ceres saliГі corriendo de la sala, abriГ©ndose paso entre los residuos de la lucha que habГa a su alrededor. Tras ella, escuchaba reГr a la Reina Athena.
“¡Llegas demasiado tarde! Nunca llegarás a tiempo para salvarlo”.
CAPГЌTULO SIETE
EstefanГa estaba sentada mirando al horizonte, haciendo todo lo que podГa por ignorar el balanceo del barco e intentando calcular el momento en el que deberГa asesinar a la capitana del barco.
No habГa duda de que deberГa hacerlo. Felene habГa sido como un regalo de los dioses cuando EstefanГa y su doncella la conocieron en Delos. Felene habГa sido un modo de salir de la ciudad y un modo de llegar a Felldust. Todo mandado de la mano del propio Thanos.
Pero por ser de Thanos, debГa morir. El simple hecho de que era lo suficientemente leal para llevarlas hasta aquГ significaba que era demasiado leal para confiar en todo lo que EstefanГa pretendГa hacer a continuaciГіn. Ahora la Гєnica cuestiГіn era la elecciГіn del momento oportuno.
Era un malabarismo. EstefanГa alzГі la vista y vio aves marinas volando por encima.
“Son una señal de que nos estamos acercando, ¿verdad?” preguntó.
“Muy bien, princesa”, dijo Felene, moviГ©ndose de donde estaba intentando enseГ±ar a pescar a Elethe por el barandal de proa y se quedГі ligeramente mГЎs cerca de lo necesario. La confianza de su tono hizo enojar a EstefanГa, pero hizo todo lo que pudo por ocultarlo.
“¿Asà que pronto estaremos all�”
“Un poco mГЎs y veremos tierra”, dijo Felene. “Un poco despuГ©s, llegaremos a la aldea pesquera donde Elethe dice que encontraremos a la gente de su tГo. ВїPor quГ©? ВїDeseosa de dejar de vomitar?”
“Deseosa de hacer muchas cosas”, respondiГі EstefanГa. Aunque volver a poner los pies sobre tierra firme era una de ellas. Las nГЎuseas matutinas no combinaban bien con el mareo.
Esta era solo una de las razones por las que necesitaba matar a Felene mГЎs pronto que tarde. Tarde o temprano, se darГa cuenta de que estaba embarazada y aquello no encajarГa en la historia que le habГa contado sobre que Lucio la habГa obligado a beberse su pociГіn.
ВїCuГЎndo lo adivinarГa? Ahora no podГa ser mГЎs evidente para EstefanГa que estaba embarazada, su vestido le iba ceГ±ido sobre su barriga, su cuerpo parecГa cambiar de muchas maneras mientras la vida crecГa en su interior. De forma automГЎtica se puso una mano sobre el abdomen, para proteger la vida que habГa en su interior, deseando que creciera y se hiciera fuerte. Pero Felene continuaba pasando el tiempo con Elethe, fГЎcilmente distraГda por una cara bonita.
Aquella era otra cosa a tener en cuenta para calcular cuГЎndo actuar. SГ, EstefanГa debГa dejarlo el tiempo suficiente para acercarse a tierra, pero cuanto mГЎs tiempo lo dejase, mГЎs grande era el peligro de que las lealtades de su doncella se pusieran a prueba. Por muy Гєtil que pudiera ser Felene, Elethe serГa mucho mГЎs Гєtil cuando tuvieran que encontrar al hechicero. MГЎs aГєn, la doncella era suya.
Pero por ahora, EstefanГa esperaba porque no querГa tener que llevar esta barca sin tierra a la vista. Esperaba y observaba mientras Felene ayudaba a su doncella a capturar a un pez que forcejeaba y lo decapitaba con un cuchillo que parecГa extremadamente afilado. Que le echara una ojeada mientras lo hacГa, solo le decГa a EstefanГa que se le estaba acabando el tiempo.
Los pensamientos de lo que iba a hacer allГ llevaban a EstefanГa, endureciendo su decisiГіn. En Felldust estaba el hechicero que habГa matado Antiguos. Felldust le proporcionarГa un modo de hacer desaparecer a Ceres. DespuГ©s de eso… despuГ©s de eso, podrГa encargarse de Thanos, forjando a su hijo en el arma que necesitaba.
“No hacГa falta llegar a esto”, dijo EstefanГa, de pie para poder ver por encima del barandal.
“¿Cómo dice, princesa?” preguntó Felene.
“Dije, Вїes tierra lo que hay allГ?” preguntГі EstefanГa.
Lo era, el polvo negro de la costa se levantaba en el filo del horizonte. Al principio, solo era una dГ©bil lГnea por encima de las olas, levantГЎndose como un sol rocoso hasta que empezГі a llenar la visiГіn de EstefanГa.
“SГ”, dijo Felene, yendo hasta el barandal para echar un vistazo. “Pronto estarГЎ en tierra sana y salva, princesa”.
EstefanГa hundiГі la mano en su capa. Con el infinito cuidado solo conocido por aquellos que trabajan con venenos, se agenciГі un dardo. “Felene, hay algo que he querido decirte desde que partimos”.
“¿De qué se trata, princesa?” dijo Felene con una sonrisa burlona.
“Es fГЎcil”, dijo EstefanГa con una de sus sonrisas. “¡No me llames princesa!”
Su mano se moviГі en un destello, el dardo centelleГі al sol mientras se dirigГa hacia la piel desprotegida del rostro de Felene.
El dolor estallГі en su muГ±eca y a EstefanГa le llevГі un momento darse cuenta de que Felene habГa subido el hombro, haciendo que el brazo de EstefanГa chocara con Г©l. EstefanГa abriГі la mano con un espasmo y vio que el dardo caГa por un lado.
Para entonces, el dolor ya se estaba extendiendo hacia la mejilla, con tanta fuerza que EstefanГa se tambaleГі. Aquella no era la bofetada delicada y fina de una chica noble. Era el golpe de una marinera y, con el peso que llevaba, hizo que EstefanГa cayera sentada sobre las tablas de cubierta.
“¿Crees que soy estúpida?” exigió Felene. “¿Crees que no sé que has estado preparando esto desde que marchamos?”
“Yo…” empezГі EstefanГa, pero el zumbido de sus oГdos no le permitiГі continuar.
“Tienes suerte de llevar al hijo de Thanos, ВЎporque si no te tirarГa a los tiburones ahora mismo!” dijo Felene bruscamente. “Oh, sГ, ВЎhe reconocido las seГ±ales! Y ahora estoy considerando si venderte a un esclavista, matarte inmediatamente despuГ©s de que haya nacido el hijo de Thanos, ВЎo simplemente llamar a todo esto un mal trato y volver a Delos!”
EstefanГa se disponГa a levantarse, cuando Felene la tirГі de un empujГіn. “Oh, no, princesa. QuГ©date donde estГЎs. De este modo todos estamos mГЎs seguros, hasta que encuentre suficiente cuerda para atarte al mГЎstil”.
Entonces EstefanГa mirГі por encima de ella, a Elethe. Le hizo la seГ±al mГЎs simple, con la esperanza de que fuera suficiente.
Lo fue. Su doncella sacГі una espada corta y curvada y saltГі hacia delante. Pero al parecer Felene tambiГ©n estaba preparada para aquello, pues dio la vuelta y bloqueГі el primer golpe, con su propio cuchillo en mano de nuevo.
“LГЎstima”, dijo Felene. “Nos lo podrГamos haber pasado muy bien. Yo sobrevivГ a la Isla de los Prisioneros. ВїCrees que no podrГa encargarme de ti?”
EstefanГa tuvo que sentarse a contemplar la lucha que vino a continuaciГіn por un instante, y no solo porque su cabeza zumbaba por el golpe de Felene. Normalmente, no tenГa tiempo para el juego de espadas o las habilidades cuidadosamente perfeccionadas de los guerreros. Sin embargo, estas dos hacГan que sus cuchillos bailaran al sol mientras luchaban, cogiГ©ndose con las manos los brazos, buscando ГЎngulos. EstefanГa vio que Felene daba un golpe bajo y despuГ©s se echaba hacia atrГЎs para esquivar un puГ±etazo. Se acercГі a Elethe, forcejeando con ella ya que ambas querГan clavar su espada.
Entonces fue cuando EstefanГa se levantГі, sacГі un cuchillo que tenГa y se lo clavГі en la espada a Felene.
EstefanГa la vio caer de rodillas, su rostro era la imagen de la sorpresa cuando se llevГі la mano a la herida. Su cuchillo repiqueteГі sobre cubierta cuando abriГі los dedos.
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